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2006: Año Internacional del Síndrome de Asperger
Con una "pizca" de autismo
Myriam López Blanco
Aunque la mayoría de la gente todavía piensa en Rain Man cuando oye la palabra autismo, no suele tener nada que ver con ese personaje. No todos los autistas son incapaces de valerse por sí mismos o de comunicarse con el mundo exterior. Ni tampoco todos los autistas pueden memorizar las Páginas Amarillas.
El espectro autista abarca desde los casos más incapacitantes hasta los de “alto funcionamiento”, donde está el desconocido síndrome de Asperger (SA). Los niños Asperger no saben hacer amigos; son algo torpes; no comprenden las normas de conducta; tienen intereses muy específicos; son muy literales en sus interpretaciones. A los ojos de sus compañeros, son pedantes, insensibles, raros, … Y son el blanco de las burlas. KINDSEIN dedica este número monográfico a explorar esta otra forma de percibir el mundo con el fin de fomentar el respeto a la neurodiversidad y a la educación individualizada.
¿Autistas o Aspergers?
La diferencia más evidente entre los autistas de alto funcionamiento y
los Asperger está en la aparición de los síntomas y en la presencia o
ausencia de lenguaje y retraso mental en la primera infancia. En los
autistas, los síntomas aparecen antes y son más graves.
«En edades posteriores, algunas personas con autismo se ponen al día en
su desarrollo lingüístico y como adultos son indistinguibles de las
personas con Síndrome de Asperger», dijo a KINDSEIN la doctora Frith.
“Esta es la razón principal por la que los médicos e investigadores
encuentran difícil pensar sobre el autismo y el Síndrome de Asperger
como categorías completamente separadas».
La otra razón, según Frith, es que «en los casos raros en los que hay
más de un niño afectado en la familia, con el presente criterio de
diagnóstico uno puede tener autismo y otro síndrome de Asperger.
Y, sin embargo, ambos tienen los mismos riesgos genéticos,
presumiblemente».
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