Revolución educativa
Salirse de la fila
He aquí una pequeña muestra de los revolucionarios de la educación. Son maestros, intelectuales, científicos, médicos que iniciaron la lucha por liberar a los niños de un encierro de más de 10 años que aniquila su creatividad y sus ganas innatas de aprender. Sus ideas le sorprenderán, y le harán comprender mejor a sus hijos. Quizás le ayuden a ver su propia vida desde otra perspectiva, y puede que le animen a seguir sus pasos.
Maria Montessori: «Yo estudio a mis niños, y ellos me muestran cómo debo enseñarles»

En
los años 90, antes de la llegada del euro, Maria Montessori (1870-1952)
figuró en las monedas italianas de 200 liras y en los billetes de 1000
liras, sustituyendo a Marco Polo. Da una idea de la trascendencia de
este personaje en su país.
Maria Montessori rompió los moldes
de la mujer de su época y también la imagen que se tenía de los niños,
a los que en aquel entonces se veía pero rara vez se escuchaba. Además de
ser la primera mujer que se graduó en medicina en la Universidad de
Roma, en 1894, fundó el sistema de enseñanza que lleva su nombre, el Método Montessori, que está considerado como una educación para la vida.
Influenciada
por educadores como Froebel, Montessori creía que los niños podían
aprender a hablar, escribir y leer de la misma forma que aprenden a
gatear o caminar. Decía que los más pequeños tienen una "mente
absorbente" y que era necesario que estuviesen libres para ser sus
popios amos, tomar sus propias decisiones, y aprender por si mismos.
Para ello, les proporcionaba un ambiente adecuado, estimulante, con
materiales y actividades diseñadas para tal fin.
Maria
Montessori no estaba de acuerdo con las técnicas de enseñanza rígidas, con frecuencia crueles, que se usaban en Europa. Trataba con extremo
respeto a sus alumnos. Su método se basaba en la capacidad del niño
para aprender. No trataba de moldearle sino de darle libertad para
adquirir conocimientos desde los primeros años de desarrollo. «Yo
estudio a mis niños, y ellos me muestran cómo debo enseñarles», decía.
Montessori fue la primera que adaptó el
mobiliario de clase al tamaño de los pequeños. Pensaba que el entorno
era tan importante como la propia enseñanza, y por eso sus escuelas
eran lugares en los que se respiraba paz, armonía y orden, y en los que
los niños podían concentrarse en el aprendizaje. Asombró al mundo
mostrando niños de cuatro o cinco años que aprendieron a leer y
escribir de forma espontánea; que elegían trabajar a comer dulces; que
adoraban el orden y el silencio; que podían estar concentrados en
alguna actividad intelectual durante largo rato; que se mostraban
cooperantes con sus compañeros, sin competitividad. En sus alumnos, la
libertad no producía caos sino una disciplina colectiva.
Las
escuelas seguidoras del método Montessori se han multiplicado en todos
los países. Aunque, lamentablemente, no se puede decir que todas ellas
sean el vivo ejemplo de la fundadora. El experto en educación Herbert
Kohl dijo al respecto en la revista Mothering:
«Hay
muchas razones para enviar a un preescolar a una escuela Montessori. El
currículum está bien elaborado y estimula a los niños a lo que podría
llamarse un descubrimiento guiado. Puede proporcionar una base
excelente para el aprendizaje complejo del futuro. Sin embargo, hay
escuelas Montessori y escuelas Montessori. Algunas son rígidas y
tristes mientras que otras, aunque utilicen los mismos sistemas y
materiales, están llenas de vida y movimiento. Estas últimas, con
frecuencia van más allá del curriculum Montessori, hacia las artes, el
teatro, la música y los deportes. Creo que este segundo tipo de
escuelas Montessori es preferible porque estimula a los niños a
desarrollar su imaginación y a aprender a través del juego creativo».

«Decidí
darle a los niños una lección un poco humorística de cómo sonarse la
nariz. Después de mostrarles distintas formas de utilizar el pañuelo,
acabé indicándoles cómo se podía hacer de la manera menos inoportuna
posible. Cogí el pañuelo de forma que ellos casi no pudieran verlo y me
soné la nariz tan suavemente como pude. Los niños me miraban
embelesados, pero no se reían. Yo me preguntaba por qué, pero no había
terminado todavía mi explicación cuando empezaron todos a aplaudir como
si fuese una ovación reprimida en un teatro. Cuando estaba a punto de
irme, los niños empezaron a gritar: «¡Gracias, gracias por la
lección!». —Maria Montessori Paul Goodman: «Nuestra sociedad carece de un discurso público honrado y no toma en serio a la gente»

Paul
Goodman (1911-1972). Nació en Nueva York y no conoció a su padre, que
abandonó a la familia cuando Paul era un bebé. Más tarde dijo que haber
"nacido sin padre" fue la gran circunstancia de su vida. Su infancia no
estuvo muy supervisada, porque su bohemia madre trabajaba y le cuidaban
sus tías, y él creció en el ambiente intelectual judío del Nueva York de
principios de siglo, vagando libremente por las calles de Manhattan,
por sus museos, sus bibliotecas, ...
Este poeta, escritor,
intelectual, anarquista, bisexual, ... se definía a sí mismo como
"hombre de letras" y es conocido sobre todo por su activismo político y
su crítica del sistema educativo en los años 60 y 70. El libro que le
hizo famoso fue Growing up Absurd
(1960), en el que refleja su convencimiento de que hay que tratar
de educar a los jóvenes en vez de, como tan a menudo ocurre, mutilarlos y
deformarlos para que sean útiles a otros en las funciones sociales para
las que se prepararán.
«Puede demostrarse –y es mi
intención hacerlo– que ... nuestra sociedad de la abundancia no ofrece
en la actualidad muchas de las oportunidades objetivas y de los
objetivos más elementales que podrían hacer posible el crecimiento. No
ofrece bastante trabajo humano. Carece de un discurso público honrado y
no toma en serio a la gente. Penaliza la aptitud y crea estupidez.
Corrompe el patriotismo sincero. Corrompe las bellas artes. Destruye la
ciencia. Ahoga el ardor animal. Desalienta las convicciones religiosas
de la Justificación y la Vocación y apaga el sentimiento de que existe
una Creación. No tiene Honor. No tiene Comunidad.
Obsérvese
simplemente esta lista. No hay nada sorprendente en ella ni en las
minúsculas ni en las mayúsculas. No tengo nada sutil ni novedoso que
decir en esta obra; son cosas que todos saben».
«La
enseñanza pública obligatoria se generalizó universalmente durante el
siglo XIX a fin de enseñar a los niños a leer, escribir y contar,
conocimientos necesarios para construir una economía industrial
moderna. En la actual economía superdesarrollada, los maestros luchan
por conservar ese sistema elemental cuando la economía ya no lo
necesita y se resiste a pagar el costo correspondiente. La demanda pide
científicos y técnicos, el 15% de los “académicamente dotados”».
Cuatro años después de Growing Up Absurd, Goodman publicó Compulsory Miseducation,
un libro sobre la “des-educación” obligatoria. En esta obra, afirma que
«el sistema educativo obligatorio se ha convertido en una trampa
universal que no tiene nada bueno», y propone cómo mejorarlo:
«En
las escuelas y a través de los medios de comunicación, y no en el hogar
o en contacto con los amigos, la mayor parte de nuestros ciudadanos de
todas las clases aprenden que la vida es inevitablemente rutina,
despersonalización y banalidad; que es mejor obedecer y callarse; que
no hay sitio para la espontaneidad, la sexualidad abierta y la libertad
de espíritu.
Formados en las escuelas, se adaptan a los mismos
puestos de trabajo, la misma cultura y la misma política. Esto es la
educación, la deseducación, la adaptación a las normas nacionales y el
enrolamiento en función de las “necesidades” nacionales.»
Sus seis propuestas alternativas son:
«1. Prescindir totalmente de la escuela en algunas clases.
Estos niños deberían escogerse entre familias tolerantes, pero no
necesariamente instruidas. Deberían ser vecinos y lo suficientemente
numerosos para constituir una sociedad por sí mismos y de esta forma no
sentirse simplemente “diferentes”... Este experimento no puede causar
ningún daño a los estudios de los niños, ya que hay pruebas de que los
siete primeros años de trabajo escolar podrían llevarse a cabo en el
caso de niños normales impartiéndoles una buena enseñanza que durase
entre cuatro y siete años.
2. Prescindir del edificio escolar
en algunas clases; asignar maestros y utilizar la propia ciudad como
escuela –sus calles, cafeterías, almacenes, cines, museos, parques y
fábricas ...–.
3. Recurrir a los servicios de ciertos adultos adecuados de la comunidad no especializados en la enseñanza
–el farmacéutico, el tendero, el mecánico– como educadores de los
jóvenes para introducirlos en el mundo de los adultos... Sería sin duda
una experiencia útil y alentadora también para los adultos.
4. Hacer que la asistencia a clase no sea obligatoria, como en la escuela Summerhill de A.S. Neill. Si los maestros son buenos, habrá poco absentismo;
si son malos, habrá que hacerlo saber. La asistencia obligatoria es
útil para liberar a los padres de la presencia delos hijos, pero no tiene por qué ser una trampa para los niños...
5. Descentralizar las escuelas urbanas
(o no construir nuevos edificios grandes) en pequeñas unidades, de 20 a
50, en locales disponibles. En estas pequeñas escuelas, dotadas de
tocadiscos y máquinas de juegos, podrían combinarse la sociabilidad,
los debates, los juegos y la enseñanza formal. En circunstancias
especiales, estas pequeñas unidades podrían reunirse en un auditorio o gimnasio común para transmitir la sensación de una comunidad más amplia (...).
6. Utilizar una parte del dinero de la escuela para enviar a los niños durante un par de meses al año a explotaciones agrícolas
económicamente marginales, por ejemplo en cada caso seis niños de
orígenes distintos. La única exigencia sería que el agricultor los
alimentara y no les pegara. Sería mejor todavía que participasen en los
trabajos agrícolas... »
En Compulsory Miseducation, hay un espacio dedicado a la enseñanza universitaria. Dice que
muchos jóvenes se ven obligados a ir a la Universidad para asegurarse
el sustento, pero que la Universidad no les aporta nada. Y presenta
"dos propuestas sencillas" para hacerla más accesible y útil: 1. Dos años de pausa antes de entrara en la Universidad. “... media
docena de las universidades más prestigiosas en el terreno de las
humanidades anunciarán desde 1966 que para ingresar en ellas exigirán
haber dedicado dos años, después de la enseñanza media, a alguna
actividad de maduración... Esta propuesta tiene dos finalidades:
conseguir que los alumnos hayan acumulado suficiente experiencia en la
vida para recibir educación a nivel universitario ... y romper el
cerrojo que supone haber seguido durante 12 años lecciones obligatorias
para obtener una nota, de forma que el alumno pueda enfocar los
estudios universitarios con alguna motivación intrínseca, y por
consiguiente tal vez pueda asimilar algo que le permita cambiar”.
2. Debe suprimirse el sistema de calificaciones y utilizarse más los tests para efectuar diagnósticos que permitan orientar la enseñanza.
Más información: The Radical Individualism of Paul Goodman, por Richard Wall Paul Goodman (documento en PDF, en español), por Edgar Z. Friedenberg. UNESCO.
Friedrich Froebel: Inventor del Kindergarten  Kindsein habló de este educador en un número anterior.
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