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Número Cuatro.   30.01.2006

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China: 80 millones de hijos únicos

Los "Pequeños Emperadores"

Paula Sayavera

Ayer fue el año nuevo chino, comienza el Año del Perro. Casi 100 millones de hijos únicos celebraron el gran acontecimiento siendo el centro de atención de su pequeña familia, dos padres y cuatro abuelos, volcados en su cuidado, sus caprichos y su futuro. Por eso se les llama «Pequeños Emperadores» (Xiao Huangdi).

Desde 1979, el gobierno chino impone a sus ciudadanos la obligación de tener sólo un niño (o dos, en algunos casos), como medida para reducir el crecimiento de la población. Es un experimento social masivo que ahora tiene en vilo a los políticos y psicólogos chinos. ¿Cuál será el futuro de la China socialista —un país donde se supone que la satisfacción personal se consigue sirviendo a la comunidad y no a uno mismo— cuando su población esté formada casi exclusivamente por niños mimados?

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La política de "sólo un hijo" ha hecho que la natalidad caiga en picado, sobre todo en las grandes ciudades. Pero algunos chinos se preguntan por qué deberían precuparse por ello si en otros países con tasas de natalidad muy bajas, como Japón, Italia o España, no parece llamar tanto la atención.

La diferencia es que en China muchas familias tendrían seis hijos, como en los tiempos de Mao, si no fuese porque les multan, les persiguen, les obligan a abortar y le confiscan los bienes. En China, se han podado a la fuerza los árboles genealógicos. La estructura familiar ahora es 4-2-1: cuatro abuelos, dos padres y un niño. Seis adultos que ponen todas sus expectativas en un hijo.

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«¿Está creando la política de "sólo un hijo" de China una sociedad de mal criados?», titulaba AsiaWeek.com. «Joven en China: Desde Mao a Mí», titulaba la BBC News, hablando de la primera generación de jóvenes individualistas chinos.

«Después de los guerreros de terracota, su ejército de pequeños mimados es ahora una de las cosas más famosas de China», decía Catherine Bennett en The Guardian.

Han pasado 25 años, y algunos de los hijos únicos ya están en edad de procrear y tener una familia. Y, en un futuro próximo, tendrán que hacerse cargo de seis ancianos en un país donde no hay sistemas de pensiones. ¿Cómo lo afrontarán? Hay opiniones para todos los gustos.


1979: 1000 millones de chinos y la Política Nacional de Planificación Familiar



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En el año 2004, había 80 millones de familias con un solo hijo en China, según el Centro de Investigación para la Información sobre la Población, con sede en Pekín.

Estos hijos únicos son fruto de una Política Nacional de Planificación Familiar iniciada en 1979, cuando China llegó a los 1000 millones de ciudadanos. Era la llamada política de "sólo un hijo", aunque el término es engañoso porque se aplica sólo a los trabajadores del gobierno y a los que viven en zonas urbanas.

En las zonas rurales, la ley permite tener un segundo hijo, cinco años después del nacimiento del primero, especialmente si el primero ha sido niña. También se pueden tener dos si ambos padres son hijos únicos o si el primer hijo es minusválido, o niña. Y las minorías étnicas, como los tibetanos, no tienen restricción en el número de hijos.

«Veinte o treinta años de propaganda y de implementación del gobierno han logrado cambiar la mentalidad de la gente sobre la reproducción», dice el catedrático Peng Zizhe, demógrafo y director del Instituto de Investigación de la Población en la Universidad de Fudan, en Shanghai. Pero en las grandes ciudades la situación es más extrema que en las zonas rurales. «El problema de los demógrafos y los políticos de Shanghai no es si estos niños tendrán dos o tres hijos, sino si tendrán alguno».

Quienes acatan la ley reciben ciertas ayudas. Los que deciden tener un sólo hijo en su vida reciben un «Certificado de Honor de Padres de un único hijo» (artículo 27) que va acompañado de algo de dinero, bajas por maternidad más largas, etcétera. Quienes no la cumplen pueden recibir multas sustanciales, confiscación de bienes e incluso el despido del trabajo.

La anticoncepción y el aborto son las piedras angulares de esta ley, y el gobierno favorece medidas como la esterilización o los dispositivos intrauterinos, que son más del 90% de los métodos anticonceptivos utilizados desde mediados de los años 80. El índice de fertilidad total —número de niños nacidos por mujer— bajó del 2.9 en 1979 hasta el 1,7 en el 2004.

Los funcionarios locales se encargan de vigilar que se cumpla la ley y se han dado múltiples casos de corrupción. En los pueblos, la policía pone multas arbitrarias a los padres que tienen hijos extra, y comparte los beneficios con los médicos después de instar a esos padres a esterilizarse.

Mao Hengfeng: torturada por querer continuar con su embarazo



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Amnistía Internacional ha recibido cientos de denuncias de estas actuaciones. Un caso que dio la vuelta al mundo fue el de Mao Hengfeng (en la foto, con sus tres hijas).

A finales de los años 80, Mao trabajaba en una fábrica de jabones en Shanghai y tenía una hija. Se quedó embarazada por segunda vez y fue obligada a abortar y despedida de su trabajo por violar la ley. Mao se negó a abortar y se las ingenió para continuar con su embarazo, protestando persistentemente a través de canales oficiales.

La policía la sometió a todo tipo de siniestros tratamientos (electroshock, inyecciones de sustancias desconocidas, etcétera) en los centros psiquiátricos donde la encerraron. En abril de 2004, fue condenada a hacer trabajos forzados durante 18 meses en un "campo de reeducación", donde fue torturada en repetidas ocasiones.

Una ley que favorece a los varones



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China ha pasado dos décadas realizando abortos selectivos e infanticidio para eliminar a las hembras. También se sabe que las niñas reciben menos cuidados médicos. Y todavía hay zonas en China donde una familia con un niño está mejor considerada que la que tiene una niña.

Como consecuencia, ya se nota la escasez de mujeres, y los expertos creen que esta situación podría amenazar la estabilidad de China en los próximos años. «Todas las chicas que conozco ya han recibido varias ofertas de matrimonio», dice Gong Ming, un vendedor de ordenadores de Pekín de 25 años.

El gobierno chino asegura que gracias a estas medidas de planificación familiar se han evitado entre 250 y 300 millones de nacimientos. Pero el desequilibrio de géneros ha llevado a que nazcan 117 niños por cada 100 niñas (mientras que la tasa global es 105 por cada 100).

El temor hacia una sociedad de hijos únicos



Los hijos únicos nunca han tenido buena fama. Se les ha tachado de egocéntricos que nunca aprenden a compartir, que tienen sentimientos de superioridad y que son incapaces de establecer relaciones estrechas con otras personas.

Ayudaron a forjar esta opinión psicólogos como G. Stanley Hall (1844-1924), llamado "Padre de la Psicología Moderna", que afirmó que «ser hijo único es una enfermedad en sí misma» y que era una «experiencia dañina». O como el psicólogo Alfred Adler (1870-1937), que dijo que «el hijo único tiene dificultades con cada actividad independiente y, tarde o temprano, se convierte en un inútil en la vida».

Múltiples estudios han demostrado que son iguales que los que tienen hermanos, pero la sabiduría popular sigue convencida de lo contrario. Y lo mismo les pasa a algunos psicólogos chinos seguidores de las teorías de Hall.

Tres investigadores del Instituto de Psicología de la Academia de Ciencias China —Shulan Jiao, Guiping Ji y Qicheng Jing— emprendieron un estudio para averiguar si los "Pequeños Emperadores" podrían o no en peligro el Estado socialista. Pekín fue el lugar elegido, ya que el 70% de las parejas tienen sólo un niño.

Seleccionaron 180 hijos únicos y 180 niños con hermanos, de entre 9 y 10 años. Hicieron parejas de niños del mismo sexo, misma edad, con padres con el mismo nivel socioeconómico y que vivían con una familia de estructura similar (es decir, si vivían con o sin los abuelos, con o sin otros miembros de la familia).

Pidieron a los niños que opinaran sobre sus compañeros de clase. De uno en uno, entraban en una sala donde había fotos de todos ellos y se les preguntaba cosas como «Cuando juegas a algún juego, ¿quién suele ser el líder y tiene más ideas?, y el niño o niña señalaba la foto de algún compañero.

Los resultados confirmaron las peores sospechas. Los hijos únicos recibieron las peores puntuaciones. Aparecieron como los más egoístas, los que que menos colaboraban con el equipo y los que tenían menos tolerancia a la frustración.

Falbo

En otro estudio paralelo, en el que participaron científicos americanos, entre ellos la expertan en hijos únicos Toni Falbo (en la foto), se pidió la opinión de los profesores. El resultado fue el contrario. De un grupo de más de 800 estudiantes de entre 8 y 9 años, los mejor considerados por los profesores eran los hijos únicos.

Los describieron como más tratables, más gentiles, obedientes, tímidos, que respetaban más a los mayores que los que tenían hermanos; que se preocupaban por los sentimientos de los demás. También los consideraban superiores a los niños con hermanos en los trabajos de la escuela, conseguían mejores notas y se desenvolvían mejor en el idioma.

La mejor educación para los Pequeños Emperadores, cueste lo que cueste



Según Jin Weiliang, director de la escuela de enseñanza media Ying Chang Qi Weiqi, de Shanghai, la presión actual de los padres sobre los hijos no tiene precedentes en China. La mayoría de los padres —pertenecientes a la "generación perdida", nacidos en una época de hambre en la que dedicaron sus mayores esfuerzos a la revolución cultural— habrían tenido cinco o seis hijos si les hubiesen dejado.

«Si a un hijo no le hubiese ido muy bien, se podían poner las esperanzas en otro. Ahora sólo tienes un hijo, es éxito o fracaso. Los padres valoran el éxito de los hijos más que el suyo propio», dice Weiliang. «Hasta cierto punto, el éxito de la educación de un hijo decide si la familia es feliz o no. De modo que una familia muy pobre, si al hijo le va bien, puede ser muy feliz, e incluso una familia rica puede ser muy desdichada».

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La Educación Infantil: el mayor negocio



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Esta presión de los padres explica el boom de Escuelas Infantiles de lujo y el consumo desorbitado de productos para el niño en ciudades como Shanghai o Pekín. Con 22 millones de recién nacidos cada año, en China, la educación y el cuidado del bebé se ha convertido en un negocio de bajo riesgo y alta rentabilidad.

Los primeros signos del mercado se empezaron a notar hace unos ocho años en Pekín, y desde entonces, cientos de compañías internacionales se han establecido en China. Un ejemplo es BabyCare, que tiene más de 10 delegaciones con una inversión de más de 100 millones de yuanes (unos 11 millones de euros).

Gymboree, una de las empresas que proporciona servicios educativos para niños de 0 a 4 años ha matriculado a cientos de bebés desde que se instaló en Shanghai en el año 2003, a pesar de sus altos precios. Y los planes son abrir más de 200 nuevos centros en los próximos cinco años. Según el Director General de Gymboree China, Xia Hongyu, sus clientes son de alto poder adquisitivo, con ingresos mensuales de entre 8.000 y 10.000 yuanes (875-1100 euros), y eso representa el 15% de las familias.

Zhang Wuyan es el director de otra guardería de lujo, la Sunshine Paris Nature, en Quanzhou, Fujian. Zhang llegó de Taiwan y en 1997 empezó a organizar guarderías. La suya es la más cara de la ciudad. Cuesta 1500 yuanes (165 euros) al mes. Los otros parvularios no son mucho más baratos.

Según Li Jing, una madre que lleva a su hijo a una escuela que le cuesta más de 7000 yuanes al año (765 euros) dice que las cuotas de la guardería no son más baratas que las de la universidad, pero piensa que merece la pena porque en la guardería de su hijo «todos los profesores, los cocineros e incluso el personal de seguridad tienen a los niños como el centro de atención».

La educación infantil no está incluída en los nueve años del programa de educación obligaroria de China. Para evitar que sus hijos no se queden atrás, muchos padres envían a sus hijos a las mejores escuelas infantiles sin importarles lo que pueda costar.

Se estima que una escuela infantil de unos 1000 metros cuadrados con una inversión inicial de 2 millones de yuanes (219.000 euros), y con 150 niños matriculados, recuperaría la inversión en dos o tres años, si cobrara 1200 yuanes (122 euros) a cada niño al mes.

Sun Zhongxin, catedrático de sociología de la educación de la Universidad de Fudan, en Shanghai, comentó una vez que la educación se veía como una «propiedad intelectual independiente», y que sería muy difícil decir cuál era el valor real, así que las cuotas de matrícula podían elevarse arbitrariamente.

Inglés desde muy pequeños



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En Shangai, hay preferencia por los profesores extrajeros para que los niños aprendan inglés. Ya hay más de 3000 instituciones que enseñan inglés en China y muchas de ellas ya se centran en niños pequeños.

Dos productos conocidos son English First y English for you, que han tenido mucho éxito, a pesar de que un set de English for You cuesta 7800 yuanes (798 euros), el salario de cuatro meses de muchos padres.

Las escuelas extranjeras han traído nuevos aires educativos a China. Xia, de Gymboree China aseguró: «Tienes una clase en Shanghai el martes y si vas a Nueva York el jueves te encuentras con que los esquemas son los mismos. Un currículum sincronizado satisface las demandas internacionales de las familias chinas».

Y el entrenamiento sigue los fines de semana. En el Beijing Review relataban así cómo es un típico fin de semana para un niño de cinco años: «En la cama hasta las nueve el sábado por la mañana, salida al planetario y al zoo a las 10 y después una tarde viendo la película francesa Los chicos del coro. A la mañana siguiente, a levantarse a las 7:30 y más tarde a jugar con el ordenador con software educativo después de un rápido desayuno. A ratos, recitar algunas rimas y poesías en inglés y en chino».

Disney también está allí



Disney no podía abstenerse de este suculento mercado. En 1993 lanzó su operación en China con libros de dibujos de Mickey Mouse y el Pato Donald en chino. Ya ha vendido más de 10 millones de estos libros y casi 3 millones de otros textos. Y lidera el mercado de productos educativos. Fue un gran éxito el Disney's English, un set (de 185 euros) de productos para aprender inglés, con libros y 26 cintas de vídeo. Tampoco podían faltar los Baby Einstein, que entretienen a los niños con música clásica y coloridas imágenes.

La compañía Etech Holdings Ltd. con sede en Hong Kong fabrica todo tipo de productos electrónicos educativos, entre los cuales se encuentra un ordenador portátil para niños de preescolar para que aprendan matemáticas, inglés y música.

Time Warner está promocionando un curso interactivo de idiomas en Shanghai llamado English Time. La americana Discovery Toys Inc. vende puzzles en 3D y vasos de medida de plástico para enseñar matemáticas básicas. Mattle Inc. vende muñecas Barbie desde 1999.

Jamás un 'No' como respuesta



El dinero no es problema para estos niños. Además de Pequeños Emperadores, también se refieren a ellos como "una boca, seis bolsillos". La clase media china, cada vez más abundante por la prosperidad económica que vive el país, cree que invertir sus ingresos en el futuro de sus hijos es la misión más inteligente y noble. No escatiman en educación, profesores, ordenadores, clases de arte, de piano y de otras actividades extracurriculares. Pero tampoco les privan de todos los juguetes, chucherías y ropa de marca que deseen.

AsiaWeek relataba historias ocurridas en un Centro Comercial de Pekín: un hombre va de compras con su nieta; la pequeña señala un objeto y el abuelo lo mete en la cesta, y se repite varias veces la misma acción antes de llegar a la caja. «No sé si comprarle tantas cosas caras tendrá un efecto positivo en un sentido o en otro», dice el abuelo. «Sólo las compro porque ella las quiere. Después de todo, ella es nuestra preciosa pequeña».

Otra madre decía: «No puedes negarte a comprarle cosas a tu hijo cuando sólo tienes uno. No quieres que se sientan necesitados».

Estudiar, estudiar y estudiar



Pero por mucho que les tachen de mimados, los niños chinos llevan sobre sus espaldas la dura carga de las expectativas de su familia. Los primeros años viven en un cuento de hadas pero en cuanto llegan a la escuela se quejan de no hacer otra cosa más que estudiar.

Durante las vacaciones de verano, Bingyang, un niño de 13 años, hijo de un vendedor de seguros de Pekín, dedica una hora cada mañana a hacer los deberes de la escuela. Después, pasa varias horas más cumpliendo el horario que le ha impuesto su padre: matemáticas, Confucio, lectura, escuchar grabaciones de textos clásicos en inglés como Romeo y Julieta o El Origen de las Especies, de Darwin,...

Su padre, Leng Yaqun dijo orgulloso a la CNN: «Siempre le digo '¡Qué suerte tienes!'. Yo a su edad no tenía nada para estudiar excepto los textos básicos del colegio. Pero Bingyang puede comprar todos los libros que quiera. Puede tomar clases extra. Puede tener un profesor privado y aprender todo lo que quiera a través de Internet».

Bingyang lo intenta, pero suelta el libro en cuanto puede y se va a jugar a los videojuegos o a hacer lo que más le gusta: automodelismo.

«En la cena de fin de año, mi abuela, abuelo, padres y otra gente siempre me preguntan "¿Qué tal en los estudios?" Es el único tema. No hay otro. Les gusta sacar este tema durante mucho rato y yo no puedo comer. Y cuando saco malas notas, siempre dicen "Si no sacas buenas notas, tu futuro es negro"», se quejaba Sunny, una niña de 14 años, a The Guardian.

Estos "Pequeños Emperadores", inmaculadamente vestidos, saben recitar en inglés y leer los periódicos chinos a los diez años de edad, pero sus padres hacen por ellos las tareas básicas, como peinarles o atarles los zapatos.

«Nuestros padres hacen por nosotros cosas que deberíamos de hacer nosotros mismos porque quieren que nos concentremos en nuestros estudios», dice Zheng Xiu Yi, un niño de 14 años. «La política de "sólo un niño" es buena para reducir la población, pero todo tiene su lado bueno y su lado malo, y esta generación puede convertirse, cuando crezcamos, en personas que no saben hacer una colada, o lavarse los calcetines, o limpiar la habitación». Los padres, dice este joven, piden cada vez más.

«Nos levantamos a las 6:30 de la mañana , no tenemos suficiente tiempo para comer. Me salto la cena para hacer los deberes. Se supone que no deberíamos tener tanta presión en el colegio, porque ¡somos niños!», dice otro compañero, Zhan Zhe Yuan.

Según Ying, un joven de 22 años, hay un dicho en China que dice: «Si eres buen estudiante, ganas dinero para tus padres». Eso es lo que él hizo. A los 12 años ganó una beca para un buen colegio, y sus padres se lo agradecieron. Ahora, Ying ha conseguido un trabajo en la Universidad de Fudan, una de las tres más prestigiosas de China, y sus padres están felices. «Cuando me case, mi mujer y yo tendremos que cuidar a cuatro personas mayores, así que estoy buscando ya varios trabajos. Eso es en lo primero que debemos pensar antes de pensar en nuestros propios intereses», dice Ying.

Con una pirámide de población como la que hay en las familias actuales, 4-2-1, acabará por no haber suficientes jóvenes para trabajar y cuidar a tantos ancianos. En 1999, se estimaba que había nueve trabajadores para cuidar a un chino pensionista. Para 2050, serán tres por cada uno, lo que podría provocar serios problemas demográficos en China.


Los Pequeños Emperadores se convierten en padres



La primera generación de hijos únicos ya son veinteañeros y muestra un exhuberante individualismo. Según algunos informes publicados en el China Daily o en el Beijing Review, los hijos únicos padres (HUP) buscan la gratificación personal, pelean por la ropa de marca y por mejorar su imagen personal. No tienen prisa para casarse, y tener hijos no siempre figura en sus planes. Y si los tienen, la ayuda de los abuelos es fundamental.

Según una encuesta realizada por la Academia de Ciencias Sociales de Pekín en el 2004 a 1800 padres jóvenes de entre 20 y 40 años, los HUP ponían más énfasis en ellos mismos y eran más dependientes que los padres con hermanos. También ponían más énfasis en la educación de valores, educación y conducta social de sus hijos. Solían leer más junto a sus hijos y estimular más su curiosidad por las cosas nuevas. Recurrían más a los abuelos para la crianza de los pequeños, y quizás por eso resultaban menos estrictos con los niños que los padres con hermanos.

Secciones:

. Los "Pequeños Emperadores"


. 1979: 1000 millones de chinos y la Política Nacional de Planificación Familiar


. Mao Hengfeng: torturada por querer continuar con su embarazo


. Una ley que favorece a los varones


. El temor hacia una sociedad de hijos únicos


. La mejor educación para los Pequeños Emperadores, cueste lo que cueste


. La Educación Infantil: el mayor negocio


. Inglés desde muy pequeños


. Disney también está allí


. Jamás un 'No' como respuesta


. Estudiar, estudiar y estudiar


. Los Pequeños Emperadores se convierten en padres


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